Fan Fiction de Israel: 6ª Continuación Capítulo 6x01

Hace prácticamente un año, surgió la idea de los Fan Fictions y comenzasteis a enviarme vuestras historias. Muchas de ellas narraban cómo sería vuestro final ideal de la serie. Sin embargo, Israel hizo algo diferente. Todos estábamos expectantes con el final de la 5ª temporada, preguntándonos quien sería la destinataria de la llamada de Lucas. Entonces Israel decidió escribir su capítulo 6x01. Durante estos meses nos ha mantenido atrapados con su historia, en muchos puntos ha sido mejor que la propia serie, puesto que ha cubierto los huecos vacíos de la trama, nos ha emocionado, y siempre, nos ha dejado esperando la siguiente parte. Ha tardado unos meses en escribir el siguiente capítulo, pero... os aseguro que merece la pena. A mí me ha gustado mucho, y cuando la leáis, entederéis por qué.

Como ya son 13 los capítulos escritos, Israel nos recomienda cuáles son los que deberíamos releer para poder seguir la historia.

Previously on One Tree Hill:

Partes 1 y 2
Parte 10 (Último apartado)
Parte 11


Cómo veréis, el Fan Fiction de Israel se acerca mucho a los capítulos de las primeras temporadas de la serie gracias a las reflexiones que escribe. Son como las frases de Lucas del principio y final de los episodios. Pero aún ahí más. One Tree Tree Hill se ha caracterizado siempre por las frases y la música. A Israel le gustaría que escuchárais esta canción mientras leéis su historia: Angel de Judas Priest



Aquí os dejo la letra de la canción.

Sé que algunos de vosotros os habéis incorporado "recientemente" al blog. Quiero decir, que seguramente no comenzásteis a leer la historia desde el principio. Yo os la recomiendo. Sienta muy bien leer cosas relaciones con los personajes de la serie, en estos tiempo de ausencia de capítulos. Pero es que además, Israel escribe realmente bien.

13ª Parte

Cuando somos pequeños la vida parece mucho más sencilla. La realidad se disfraza con nuestra propia ingenuidad dibujando paisajes idílicos. Los sueños que comienzan a nacer en nuestro interior parecen fácilmente alcanzables y creemos que no puede surgir ningún problema que logre enturbiar ese universo maravilloso. En mi caso apenas me bastaba con jugar un partido en River Court con mis amigos, pasar una tarde junto a mi madre y mi tío Keith o vagar un domingo por las calles de Tree Hill al lado de Haley para ser feliz. Sin embargo, con el transcurso de los años, todo ese mundo fantasioso se acaba diluyendo inexorablemente como un terrón de azúcar, olvidado junto con nuestra inocencia. Y aparece un nuevo sentimiento, sin darnos cuenta, algo que parece imposible que pudiéramos vivir sin ello y que se vuelve tan poderoso como para poder llegar a convertirse en el juez principal de nuestros estados de ánimo. El amor. Capaz de pintar las mayores sonrisas y las lágrimas más desconsoladas. Capaz tanto de hacernos soñar de día como de desvelarnos por las noches. Capaz de desbocar las mayores pasiones y las peores melancolías… No podemos elegir cuando llega, ni dominarlo. Ni siquiera podemos controlar su evolución día a día. Simplemente fluye libre evolucionando a lo largo del tiempo, apareciendo, aumentando, disminuyendo o desapareciendo, fruto de las miles de decisiones y circunstancias que envuelven nuestras vidas. Yo era de aquellos de los que creían que existía el amor verdadero para siempre y que nada podía derribarlo. Una de esas personas que descubre a la que cree la mujer ideal y piensa que ambos están destinados a vivir juntos para siempre. Pero no hay camino de rosas sin espinas ni pociones de magia que juren amor eterno. Las relaciones irremediablemente navegan por un mar oscilante de pasión y peleas, proporcionando momentos para el recuerdo y escenas para el olvido. Después de cada día siempre llega el anochecer, e incluso la luna llena más brillante no puede evitar perder su esplendor, menguando día tras día hasta desaparecer en el cielo… Dos personas que se quieren no tienen por qué estar juntas… El destino pone obstáculos que no estamos preparados para sortear. Nuestros caminos divergen y aunque no lo deseemos las relaciones acaban. El trago más amargo siempre es el último y nunca es fácil. Muchas veces suele ser lo mejor pero otras… Otras nos arrepentimos después de dar el paso y perdemos la oportunidad de volver atrás. Y después… ¿Qué hacer si no se apaga esa llama? ¿Puedes seguir adelante como si nunca hubiera existido? ¿Puedes engañar la voz que grita en tu interior con otra relación, pensando que algún día el tiempo borrará a la mujer que quisiste de tu memoria? ¿Puedes llegar a un sitio tan lejano como para poder huir de todo y empezar desde cero? Sin embargo, si la vida no te deja olvidar, si cada noche dibujas su rostro en sueños, si la anhelas con toda tu alma… y las decisiones que tomaste te apartan cada vez un poco más de ella… ¿Qué hacer cuando no puedes recuperar a la mujer a la que amas? Quizá hubiera sido mejor que nunca nada hubiera existido…

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El viento se agita revoloteando las hojas marchitas en el suelo. Peyton se encoge un poco más acercando las rodillas a su pecho. Está sentada en la cancha de baloncesto con la mirada perdida en el río. Las últimas palabras de Jake todavía resuenan en su cabeza. Su corazón ya ha decidido y en cambio… ¿Por qué continúa allí indecisa sin saber qué hacer?

Han pasado tantas cosas que no sabe si es capaz de olvidar… Si solo pudiera dar marcha atrás, volver a ese hotel y decirle que sí, sin miedos ni reservas. En aquel momento, la sorpresa de ver a Lucas con el anillo la atenazó. Era como si aceptar su propuesta supusiera cerrar la puerta a todo y olvidar su ilusión de trabajar en el mundo de la música. De ninguna manera quiso que su relación finalizara de ese modo. Era un simple: “No todavía. Lucas, te amo y quiero casarme contigo algún día pero necesito más tiempo aquí. Quiero tratar de ser alguien en esto. Quiero poder dar oportunidades a nuevos grupos de mostrar su música para que puedan llegar dentro de la gente con sus canciones. No me quiero ir pensando que todo este tiempo aquí no ha servido para nada”. Sin embargo, como comprendería más adelante, la falta de tiempo juntos en su relación a distancia había minado la confianza de Lucas que no pudo discernir en sus palabras más que una contundente negativa.

Y nunca había sido capaz de olvidarle. Ni siquiera viéndole a los pies del altar a punto de casarse. Esas ganas de gritar en medio de todo el mundo en la ceremonia que se equivocaba, que le quería, que cuando arregló su coche arregló su corazón y que por ello ahora no podía abandonarla así sin mas, habían dejado una cicatriz en su orgullo que no podía borrar. ¿Por qué tenía que ser todo siempre tan difícil?

El viento es cada vez más intenso y gélido y parece traer consigo débiles susurros. Comienza a temblar y se frota los brazos para entrar en calor. Las farolas parece que cada vez dan menos luz y las ramas de los árboles ondean nerviosas. De repente se da cuenta de que no está sola allí. Alguien la observa, lo percibe. Mueve la cabeza a ambos lados pero no ve a nadie. Tiene miedo. Los susurros imaginarios se convierten en una lúgubre canción salida de la oscuridad.

Un fogonazo de luz alumbra su cara. Una silueta comienza a dibujarse en la penumbra.

-La niñita paseaba por la calle. Triste y sola subió, subió, subió. Su ángel negro la estaba esperando y en sus alas la arropó.

Paralizada observa como Dark Peyton se acerca a ella. Su pálida piel resplandece bajo la luz de la luna. Sus labios pintados de negro esbozan una amplia sonrisa. En una mano sostiene una cámara polaroid y en la otra la foto que acaba de realizar.

-Peyton, Peyton. La verdad que nunca me gustaste con el pelo más corto y la raya a un lado. Estas mucho mejor así.
-Tú sin embargo estás igual de bruja que siempre – le contesta.

La sonrisa de Dark Peyton se ensancha. Lanza la foto al aire y comienza a dar vueltas alrededor suyo. Sus pies apenas tocan el suelo.

-Tantos años y todavía los mismos miedos. Ah! Y no me digas tu frasecita de: “Tú no me conoces” porque chica, da la casualidad de que sí que te conozco.

Posa el dedo índice sobre la nariz de Peyton.

-Tanto tiempo y no has aprendido nada – repite varias veces -. Ya no estás en el instituto. Ya no eres una animadora - añade burlándose enfatizando la última palabra, marcando cada sílaba -. Tienes una discográfica, tienes amigos… La gente ya no se va, no te abandona. Sólo si tú dejas que se vaya le perderás.
-¿Y qué tengo que hacer?
-Lucha por lo que quieres. Esa Peyton insegura tiene que desaparecer.
-Pero no sé que decir. Colgué el teléfono…
-Volviste a Tree Hill por Lucas… No renuncies ahora que ya sólo te queda un paso.

Se agacha y la cubre entre sus brazos. Peyton cierra los ojos y una sensación de bienestar recorre su cuerpo. El frío viento apenas es un mal recuerdo.

-Amor verdadero para siempre - susurra Dark Peyton en su oído -. Nada puede pararlo.

Abre los ojos. Está sola en River Court. No sabe si ha sido realidad o sueño. En su regazo descubre la foto que ahora muestra una imagen muy diferente a la que esperaba: Lucas y ella abrazados en el baile de graduación en Honey Grove con sus trajes desfasados, con la mirada fija el uno en el otro, llenos de ilusión. En la esquina inferior derecha puede leer: “De tu ángel negro, jamás renuncies a lo que sientes”.

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…Podría pasar días enteros perdido en esos ojos verdes, hechizado por esa mirada. Perdería mis manos entre esos rizos dorados y deslizaría mis labios por su cuello embaucado por su aroma. Exploraría con caricias cada recoveco de su piel desnuda. Pasaría las noches junto a ella protegiéndola entre mis brazos…

Quisiera poder ser para ella la canción que alegre su vida y no un simple acorde desafinado. Quisiera poder retroceder en el tiempo para recomponer la historia que pudo ser y no fue. Quisiera poder encontrar las palabras que me pudieran acercar otra vez a su lado.

Que mi corazón vuelva a retumbar de pasión como cuando estábamos juntos, que mis labios volvieran a probar sus labios. Que sea el faro que me alumbre en la oscuridad y me guíe, que mueran todos mis sueños porque los ha convertido en realidad.

Y que esta noche pudiera alumbrarse con un rayo de esperanza…

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Sus dedos tamborilean sobre el volante, esperando impacientes. Detrás suyo el cuerpo de Deb se retuerce de un lado a otro tratando de escapar de las cuerdas que fijan sus muñecas a sus tobillos. Sus gritos continuos quedan ahogados por una tensa mordaza. Dan la observa satisfecho por el espejo retrovisor.

-Esos esfuerzos no son buenos para una mujer de tu edad – se burla.

Deb le taladra con la mirada. Trata de no mostrar miedo en su rostro, sólo odio. Apenas puede asimilar todo lo ocurrido en las últimas horas. Coge aire e intenta volver a chillar. Dirige sus ojos a las ventanillas del coche, tratando de encontrar auxilio en el exterior, pero la calle permanece desierta. Maldice otra vez entre dientes a Dan que parece estar disfrutando con su angustia. Desde que aparcó llevan un tiempo esperando, pero ¿esperando qué? Sólo sabe que están cerca de la casa de Lucas y que desde su posición oculta en las sombras Dan tiene una perfecta perspectiva de la puerta de entrada.

-Me gustaría poder ser un caballero y servirte una copa de whisky, pero con las prisas no he tenido tiempo de poder comprar la botella – añade al rato -. Te la serviría con una cerilla como a ti te gusta para que la puedas disfrutar lentamente.

Un leve movimiento llama su atención. Alguien se dirige a la puerta de entrada. “Peyton”, se dice, “¿qué querrá la rubita a estas horas?”. Observa minuciosamente cómo su hijo abre la puerta, hablan un momento y desaparece de nuevo en el interior de la casa. Peyton vacila indecisa sin saber si entrar o no, pero es Lucas quien vuelve a salir. Intercambian unas breves palabras inquietas y ambos se dirigen hacia el coche aparcado a unos metros. Arranca y a toda velocidad desaparece girando la calle.

Dan no necesita haberles escuchado para saber de qué estaban hablando, al menos de la parte que a él le interesa. Por fin ha ocurrido lo que estaba aguardando y debe aprovecharlo mientras tenga tiempo. Sale del coche y abre el maletero. Después vuelve sobre sus pasos.

Deb le observa cautelosa, como un animal enjaulado. Cada vez está más asustada. Dan abre una de las puertas traseras del coche y la agarra fuertemente de los hombros atrayéndola para sí. Deb se retuerce como una lombriz, luchando inútilmente por oponer resistencia. La levanta en brazos y se dirigen hacia el maletero a cuyo interior la lanza sin contemplaciones. Apenas tiene tiempo de girar la cara y contemplar su vil semblante.

-No te preocupes. Todo acabará pronto. Dentro de nada, todos volveremos a estar juntos.

El portón trasero cae pesadamente con un golpe sordo.

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Y cuando más cerca parecía estar del punto y final, la épica historia de amor escribe un nuevo capítulo…

Fragmentos sacados de los primeros párrafos del tercer libro de Lucas, continuación de "An Unkindness of Ravens"

Todavía sin titulo

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Hay luz en una de las ventanas de la casa. A través de ella puede ver a Lucas detrás de la pantalla del ordenador. Sus dedos danzan por el teclado y de vez en cuando realiza pausas, como releyendo lo escrito. Todo el trayecto caminando hacia allí lo ha pasado repitiéndose a sí misma que está haciendo lo correcto, ahuyentando fantasmas e inseguridades. No sabe qué decir ni qué hacer, y ahora junto a la puerta, con sus dedos rozando el timbre, duda por última vez. Cierra los ojos, respira profundamente y traga saliva. Presiona el timbre. Su corazón se desboca. Lucha contra la tentación de salir corriendo. Los segundos se hacen interminables hasta que oye el mecanismo de la cerradura y la puerta se abre lentamente.

Lucas la observa confuso. Su mirada es una mezcla de sorpresa, inseguridad y temor. La tensión en el ambiente pesa como una losa sobre ellos. Peyton se arma de valor y lo rompe hablando atropelladamente.

-Lucas, tenemos que hablar. No sé que hora es y lo siento, pero tenemos que hablar. No puedo seguir así.

Vuelve otro silencio que parece eterno. Peyton se muerde el labio temiendo no encontrar respuesta.

-¿Quieres que hablemos? – añade.
-Sí – musita Lucas -. Claro que quiero. Es sólo que no me lo esperaba y me has pillado completamente…
-A lo mejor te he agobiado viniendo sin avisar y seguramente no es el mejor momento. Si quieres mejor mañana u otro día…
-No, hablemos ahora. Yo tampoco puedo… - la melodía de su teléfono móvil le interrumpe -. Yo tampoco quiero esperar para hablar. Lo siento, la llamada de antes… Quizá fue muy precipitada y después de todo lo que ha pasado…

El móvil calla para segundos después volver a insistir. Lucas vuelve la mirada al interior de la casa y Peyton con un ademán le indica que conteste.

-Es muy tarde Luke. Puede ser importante

Lucas se dirige al salón y coge el teléfono que vibra exaltado sobre la mesa. Mira la pantalla extrañado. Nathan. El reloj de pared marca la una y media de la mañana. Descuelga.

-¿Nate?

Peyton le observa preocupada desde el umbral de la puerta. La expresión de Lucas se contrae.

-¿Cómo? ¿Qué Haley qué? Dios Nathan, ¿qué ha pasado? - escucha atentamente la respuesta. Se mueve angustiado por la habitación con grandes zancadas -. ¿Y no saben quién ha sido? – otro breve silencio. Lucas mira a Peyton preocupado -. ¿En que hospital estáis? Ya me encargo yo de avisar a los demás. Tranquilo Nate, ahora vamos para allá.

Cuelga. Cierra los ojos y emite un suspiro de rabia. Aprieta los dientes. Se gira hacia Peyton que le pregunta qué sucede.

-Han acuchillado a Haley. Está muy grave.


Continuará...